Un nuevo experimento de la Agencia Espacial Europea (ESA) muestra que los rastros de vida en un meteorito marciano podrían sobrevivir las violentas condiciones de ingreso a la atmósfera terrestre.
El experimento llamado STONE-6 fue montado en la cápsula FOTON M3 que fue lanzada en septiembre de 2007. Dos muestras de roca sedimentaria y una muestra de basalto de control fueron puestas en el escudo protector de la cápsula. La misma reingresó a la atmósfera el 26 de septiembre, luego de 12 días en órbita. El basalto se perdió durante el reingreso. Sin embargo, una muestra de roca sedimentaria de Pilbara, Australia, de 3.5 mil millones de años con microfósiles y la muestra de roca de las Islas Orkney que contenía rastros químicos de organismos pasados, sobrevivieron.
En una de las caras de ambas rocas se puso una bacteria llamada Chroococcidiopsis, es una de las cianobacterias más primitivas que conocemos. Su habilidad para sobrevivir en un amplio rango de condiciones extremas.
La idea era saber si estas muestras podrían sobrevivir las duras condiciones a las que se expondrían durante el reingreso a la atmósfera de nuestro planeta, donde la temperatura alcanza 1700ºC.
Luego del descenso, las muestras fueron transportadas a un laboratorio del Centro Europeo de Investigación y Tecnología Espacial (ESTEC) para examinar las muestras. Los resultados fueron presentados por el Dr. Frances Westfall en el Congreso Europeo de Ciencia Planetaria, en Münster, Alemania, el 25 de septiembre.
En 1999, ESA creó el primer experimento de este tipo, al que denominó STONE-1. Desde entonces, se realizaron más experimentos en diferentes tipos de roca y con diferentes rastros biológicos.
Recientes misiones han recolectado evidencia de agua y sedimentos en el primitivo Marte. Los potenciales rastros de vida marciana son más probables de encontrar en sedimentos. Sin embargo, aunque unos 39 meteoritos provenientes de Marte se han identificado, todos son rocas basálticas y no se encontraron rocas sedimentarias hasta la fecha.
El Dr. Westall dice que, “El experimento STONE-6 muestra que los meteoritos sedimentarios marcianos podrían alcanzar la Tierra. El hecho de que no hayamos encontrado ninguno a la fecha podría significar que debemos cambiar la forma en que buscamos los meteoritos. La mayoría de los meteoritos han sido encontrados en la Antártida, donde su negra corteza se muestra claramente contra la blanca nieve. En este experimento encontramos que las rocas sedimentarias desarrollan una corteza blanca o ninguna. Esto significa que debemos expandir nuestra búsqueda”.
En el análisis de las muestras se encontró que la de Pilbara formó una corteza de medio milímetro, de color blanco cremoso, debajo de la cual los microfósiles sobrevivieron. Aproximadamente 30% del otro sedimento, también sobrevivió así como sus biomoléculas.
La Chroococcidiopsis, por el contrario, no corrió con la misma suerte, que se carbonizó.
Según el científico, el experimento sugiere que “si los meteoritos sedimentarios marcianos llevan rastros de vida pasada, esos pueden ser transportados a la Tierra. Sin embargo, los resultados son más problemáticos a ser aplicado a la Panspermia, una teoría que propone que células vivientes podrían ser transportadas entre planetas. STONE-6 mostró que al menos dos centímetro de roca no son suficientes para proteger los organismos durante el reingreso”.
Es decir, que los meteoritos marcianos podrían indicarnos si en aquel planeta hubo vida, por ejemplo, fundamentalmente si encontrásemos meteoritos de rocas sedimentarias. Sin embargo, para que esos meteoritos sirvan de transporte a organismos vivos que puedan llegar y ser así los gérmenes de la vida en otro planeta, según propone la teoría de Panspermia, no sería posible con rocas de al menos dos centímetros, según este experimento.
Fuente | Ultimas noticias del cosmos
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