La mayoría de las estrellas en el Universo terminan sus vidas como enanas blancas, las cuales constituyen una clase de estrellas que solo son restos de la estrella original, y se forman, cuando se ha quemado todo el combustible nuclear de su centro. El estudio de estas enanas blancas proporciona a los astrónomos una visión importante del final de la mayoría de las estrellas.
Recientemente, investigadores de la Universidad de Texas, han confirmado la existencia de un nuevo tipo de enana blanca, una “enana blanca pulsante de carbono”. Puesto que las estrellas pulsantes pueden poner de manifiesto el funcionamiento interno de estas estrellas, los astrónomos esperan poder ser capaces ahora de saber más acerca de lo que pasa en el interior de las mismas.
Hasta hace poco, los astrónomos conocían solo dos tipos de estrellas enanas blancas: las que poseían una capa exterior de hidrógeno (con alrededor de un 80 %) y otras cuya capa exterior era helio (con aproximadamente un 20 %), y cuyas capas de hidrógeno habían sido de alguna manera expulsadas al exterior. Posteriormente en 2007, se descubrió un tercer tipo muy raro “una enana blanca caliente de carbono”. Estas estrellas han expulsado sus capas de hidrógeno y helio, dejando expuesto al exterior su capa de carbono.
Después del anuncio del descubrimiento de este nuevo tipo de enana blanca, Michael H.Montgomery de la Universidad de Texas, calculó, que pulsaciones eran posibles en estas estrellas. De un modo similar a como los geólogos estudian las ondas sísmicas de los terremotos para comprender que sucede en el interior de la Tierra, los astrónomos pueden estudiar los cambios de luz en una estrella pulsante para “ver” en el interior de las mismas. De hecho, esta ciencia se denomina “astrosismología”.
Montgomery y su equipo, iniciaron un estudio sistemático de las estrellas blancas de carbono mediante el Telescopio Struve del Observatorio McDonald, en busca de estrellas pulsantes. Descubrieron una pulsante a unos 800 años luz de distancia en la constelación de la Osa Mayor (denominada SDSS J142625.71+575218.3) que encaja en esta categoría. La intensidad de su luz varía con regularidad en casi un 2 % cada 8 minutos.
“El descubrimiento de una de estas estrellas pulsantes es extraordinariamente importante”, ha manifestado el astrónomo Michael Briley de la National Science Foundation, y añadió, “esto nos permitirá investigar en el interior de las estrellas enanas blancas, lo que a su vez nos ayudará a saber de donde proceden las enanas blancas de carbono y que sucede con su hidrógeno y helio”.
La estrella se encuentra a unos diez grados al este de la estrella Mizar, la estrella central en el asa de la Osa Mayor. Esta enana blanca posee aproximadamente la misma masa que nuestro Sol, pero su diámetro es menor que el de la Tierra. La estrella tiene una temperatura de 19 500 ºC y posee tan solo la 1/600 parte del brillo del Sol.
Fuente: Universe Today
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