Conjunto estadounidense de radio empieza su búsqueda de vida extraterrestre.
Un gran conjunto de radiotelescopios ha comenzado a funcionar en la primera búsqueda mantenida de inteligencia extraterrestre (SETI) y a índices más rápidos que nunca. Incluso así, el proyecto ha sufrido para lograr el dinero para permanecer abierto y alcanzar su tamaño planificado. “Hemos pasado momentos tortuosos”, dice Don Backer, director del Conjunto del Telescopio Allen (ATA) en Hat Creek, California. “Estamos patinando sobre hielo fino”.
El ATA tiene 42 platos de seis metros girando en el desierto, muchos menos de los 350 platos planificados. En mayo, el conjunto empezó a peinar el centro de nuestra galaxia de la Vía Láctea buscando señales alienígenas a través de una amplia porción del espectro de radio. El esfuerzo llega 50 años después de que se inventase el concepto de SETI.
El Conjunto del Telescopio Allen, barriendo el cielo en busca de señales alienígenas de radio. Crédito Instituto SETI
Anteriores búsquedas dependían de observaciones de semanas de duración en instalaciones como el radiotelescopio de Arecibo en Puerto Rico. La última gran búsqueda, el Proyecto Phoenix — llevado a cabo por el Instituto SETI en Mountain View, California — finalizó en 2004 y requirió una década para comprobar las 800 estrellas a través de un rango de frecuencia estrecha. El ATA barre el cielo mucho más rápidamente, permitiendo que se comprueben un millón de estrellas en sólo unas pocas décadas, dice el astrónomo Seth Shostak del Instituto SETI, que opera el ATA junto con la Universidad de California en Berkeley. Shostak dice que muestrear un millón de estrellas ofrecería una buena oportunidad de encontrar una de las 10 000 civilizaciones inteligentes que pueden estar emitiendo en la Vía Láctea, de acuerdo con una estimación de Frank Drake, quen en 1960 desarrolló una fórmula para estimar este número.
Los patrocinadores privados, a menudo tecnólogos, empezaron a dar apoyo a SETI en 1993, después de que el Congreso de los Estados Unidos rescindiera el patrocinio de la NASA para dicho proyecto. La fundación familiar del cofundador de Microsoft, Paul Allen, proporcionó 25 millones de dólares, comenzando en 2000, para empezar el ATA. Pero en 2006, el flujo de dinero se cortó, cuando el Instituto SETI y Berkeley sufrieron para encontrar donaciones que completasen el conjunto, el cual hasta la fecha tiene un coste de 50 millones de dólares.
El año pasado, la Fundación Nacional de Ciencia (NSF) aprobó una propuesta para dar apoyo a las operaciones del conjunto. La astrónomo de SETI Jill Tarter dice que la decisión de la NSF fue “como una Trampa-22“. El conjunto era lo bastante grande con 42 platos para empezar a trabajar — y necesitaba más dinero para eso – pero no era lo bastante grande para lograr la sensibilidad capaz de transformar la ciencia. Backer espera que una vez completo, el ATA, que cubre vastas franjas de cielo rápidamente, nos sumergirá en una nueva era de la radioastronomía transitoria — el estudio de cosas, tales como las supernovas, que estallan por la noche en lugar de brillar constantemente como las estrellas. Los objetivos científicos podrían incluir el hidrógeno que alimenta a las estrellas y rodea las galaxias, y el resplandor de radio de los estallidos de rayos gamma que siguen a las supernovas.
Sin el dinero de la NSF, el coste de operación de 1,5 millones de dólares al año está siendo pagado por la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, que usa el conjunto para rastrear satélites y restos orbitales. “Está manteniendo nuestras puertas abiertas actualmente”, dice Backer. La Fundación Allen ha dado otros 5 millones adicionales desde 2006.
El tiempo del conjunto se divide en partes iguales: un tercio para la Fuerza Aérea, un tercio para radioastronomía y un tercio para SETI. Además, no obstante, SETI puede acoplarse al trabajo de radioastronomía.
El ATA también es un banco de pruebas para tecnologías que serán importantes para el resto de la radioastronomía. El conjunto tiene una amplia visión del cielo, y dentro de este marco, pueden analizarse múltiples estrellas simultáneamente. Esta tecnología, conocida como formación de rayo, así como el inmenso reto computacional de crear un dibujo a partir de muchos platos individuales, será necesario en futuros proyectos, tales como el Conjunto del Kilómetro Cuadrado, el cual prevé miles de platos. “Aquí es donde tiene que llegar la radioastronomía”, dice Mark McKinnon, jefe de proyecto de una expansión de 94 millones de dólares de 27 platos del Conjunto Muy Grande en Nuevo México. El ATA, comenta, “son la gente que están haciendo esto de forma activa”.
Backer envió una propuesta al NSF para duplicar el número de platos a 84. La petición llegaría a 6 millones de dólares en dinero de la NSF y 5 millones más de cinco patrocinadores, incluyendo la Fundación Allen y el Instituto de Astronomía y Astrofísica de Taiwan. Backer dice que se prevé una decisión antes de final de año.
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