La Zona de la Tarántula




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La nebulosa de la Tarántula mide más de 1000 años luz y es una nebulosa de emisión que se encuentra al interior de nuestra galaxia vecina la Gran Nube de Magallanes . Este araña cósmica yace en la parte superior izquierda de este impresionante mosaico a color que cubre una extensión de 6000 años luz de la Gran Nube.


Dentro de esta araña cósmica ( NGC 2070 ) se encuentra un joven cúmulo de estrellas gigantes, denominado R136, cuya intensa radiación y fuertes vientos han ayudado a energizar el brillo nebular y la forma de filamentos de araña. Alrededor de la Tarántula existen otras violentas regiones de formación estelar con cúmulos de estrellas jóvenes, filamentos y nubes en forma de burbuja . Pequeño, pero en expansión, se encuentra el remanente de supernova 1987a, la supernova más cercana de la historia moderna y aquí lo podemos ver en el extremo inferior derecho de la imagen. El rico campo de visión del mosaico cubre un área del firmamento del tamaño de la luna llena, perteneciente a la constelación sureña de Dorado .

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El telescopio Hubble captura imágenes de choques de galaxias

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El Space Telescope Science Institute, con sede en Maryland, EEUU, publicó 59 imágenes nuevas del telescopio espacial Hubble el jueves para celebrar el decimoctavo aniversario de su lanzamiento.

"Este nuevo atlas del Hubble ilustra de manera rotunda la forma en que las colisiones de galaxias producen una destacada variedad de estructuras intrincadas en detalle nunca visto hasta ahora", dijo el Instituto en un comunicado.

"Los astrónomos observan sólo una de cada millón de galaxias en el universo cercano en el acto de colisionar. Sin embargo, las fusiones de galaxias eran bastante más comunes hace mucho tiempo, cuando estaban más cerca, porque el universo en expansión era más pequeño", añadió.

Las imágenes en color, disponibles online en hubblesite.org/news/2008/16, son una mirada atrás en el tiempo. Lleva cientos de millones de años que las galaxias se fusionen y la luz de sus estrellas ha viajado cientos de millones de años por el espacio.

Dado que orbita fuera de la atmósfera de la Tierra, las cámaras del Hubble pueden tomar imágenes bien definidas.

Su futuro era controvertido, ya que necesita un mantenimiento regular por parte de astronautas para seguir en buen estado.

Tras el desastre del Columbia en 2003, una misión de mantenimiento prevista inicialmente para 2004 fue cancelada.

La NASA tenía previsto abandonar el telescopio, muy popular entre los astrónomos. Tras una aclamación, la agencia espacial estadounidense lo retrasó y la misión de revisión del Hubble está prevista para agosto.

En 2013, se espera que el telescopio espacial James Webb reemplace al Hubble.

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Inspiración y expiración

El título que abre este artículo podría parecer lingüísticamente equivocado. Es posible que al leerlo se pueda pensar que con éste nos queremos referir a la acción biológica de respirar, pero no es así... ante todo porque el término adecuado no sería “expiración”, sino “espiración”. Los dos términos del título se refieren en realidad a la motivación y a la defunción, respectivamente. Veamos el porqué.

El 19 de marzo de 2008 tenía lugar un hecho -no muy inesperado, ciertamente- que a quienes son o han sido aficionados o entusiastas de las ciencias del espacio, no resultaba indiferente: el célebre científico y escritor de novelas y relatos de ciencia ficción, Arthur C. Clarke, fallecía a los 90 años en Colombo (Sri Lanka). Arthur C. Clarke fue uno de los grandes escritores de que esta rama de la literatura que nos ha legado obras ciertamente significativas.

Imagen: una escena de 2001, Una Odidea Espacial, basada en el libro homónimo de Arthur C. Clarke.

Para muchos, es de imaginar, fallecía el último de los que podríamos denominar “los tres grandes”: Isaac Asimov, Carl Sagan y Arthur C. Clarke. Los tres los tres escribieron ciencia ficción, unos más y otros menos; los tres trabajaron en diferentes ramas de la ciencia (bioquímica, planetología y astronáutica, respectivamente); y lo más importante: los tres divulgaron la ciencia, supieron conectar con el público e inspiraron a un gran número de personas que ahora leen o hacen ciencia y que cuando miran hacia las estrellas -bien empleando su mente, sus ojos o sus telescopios- sienten curiosidad e interés. Tanto Asimov, como Sagan y Clarke crearon un legado no poco importante, pues supieron inspirar a varias generaciones de jóvenes y no tan jóvenes de todo el mundo: sin ellos, el panorama sería bastante diferente.

Naturalmente hay cientos de nombres que podríamos sumar a estos tres, personas que ayer y hoy han contribuido al conocimiento y nos han motivado como lectores a usar la imaginación y pensar más allá -o más acá- de las realidades de lo que podríamos llamar la “vida cotidiana”. Pero si hemos querido centrarnos en Asimov, Sagan y Clarke es por un motivo particular al que llegaremos enseguida, después de unos pocos rodeos.


Quienes son “los tres grandes” y qué han aportado

¿Por qué conocemos a Isaac Asimov? En primer lugar, porque posiblemente ha sido uno de los escritores que más libros ha publicado y sin ninguna duda el que más variada temática tiene en su haber, pero que -centrándonos en lo nuestro- nos ha ilustrado con un buen número de ejemplares dedicados a la astronomía general, a las ciencias planetarias, a la historia de la ciencia o al conocimiento de lo que nos rodea, de un modo sencillo y fácil de comprender, pero rico en datos, en anécdotas y curiosidades... y dedicados a una amplia variedad de público, tanto a aquellos que quieren comenzar a aprender como a quienes desean enriquecerse más en el conocimiento. Asimov ha sido una enciclopedia humana. Por otra parte, a esto hay que añadir una buena colección de novelas y relatos de ciencia-ficción, posiblemente tan inspirativos como sus obras científicas y en los que nos proyecta una visión lejana y futura -en buena medida optimista- de nuestra existencia, en donde los seres humanos han creado tecnología útil, capaz e inteligente, han llegado a colonizar un sinfín de mundos planetarios a lo largo y ancho de la galaxia… pero donde la condición humana aún plantea problemas y dificultades que deben resolverse inteligentemente. Es difícil elegir unos pocos entre sus decenas de libros sobre ciencia, si bien "El Universo", "Historia del Telescopio", "Civilizaciones Extraterrestres", "La medición del Universo" o "Nueva Guía de la Ciencia" merecen la pena, aunque esta no es mas que una muestra bien simple, una pequeña porción de todos los libros sobre ciencia que escribió. Y en lo referente a la ciencia ficción, su saga de la Fundación, las novelas "Los Propios Dioses", "El fin de la Eternidad", "Némesis", sus incontables relatos cortos sobre robots, etc., son posiblemente lo más representativo de este autor.

¿Qué nos ha aportado Carl Sagan? Principalmente “Cosmos”. Casi con toda seguridad es -además del libro homónimo- la serie de documentales de carácter científico que mayor éxito obtuvo a la hora de inspirar a los espectadores. “Cosmos” nos enseñó que miremos donde miremos, no podemos desligarnos del Universo, porque somos parte del mismo. Nos hizo comprender que usando nuestro cerebro la ciencia puede ser -bien utilizada- una herramienta valiosa para comprender la realidad en la que nos encontramos. Y posiblemente lo más importante, nos mostró que procedemos del Universo y que tarde o temprano, por las buenas o por las malas, tendremos que adentrarnos en éste portando muchas preguntas y pocas respuestas. No obstante, si somos conscientes de nuestra naturaleza y hacemos buen uso de la ciencia, lo tendremos más fácil. De todos modos, Carl Sagan no solo fue “Cosmos”: este autor tiene en su haber un buen número de obras de divulgación científica, tanto libros como artículos que nos ofrecen información sobre un buen número de disciplinas científicas (astrofísica, geología planetaria, astronáutica, biología y exobiología) y que nos llevan a la conclusión de que quedan demasiadas dudas por resolver. En todos ellos prima el mensaje de que la ciencia es -frente a la superstición, la incultura o los múltiples autoengaños de diferente origen y naturaleza- el mejor medio, o el mejor proceso constructivo y auto-correctivo que conocemos hasta el momento para responder con cierta fiabilidad a los interrogantes que nos plantea tanto nuestra propia existencia y naturaleza como la del propio Universo. Sagan fue autor además de una única novela de ciencia-ficción, “Contacto”, llevada en 1997 al cine con notable éxito, que explora el que posiblemente fue su tema predilecto: la posibilidad hipotética -pero no descartable- de que algún día contactemos con una lejana civilización inteligente. No se trata de una novela sobre batallas espaciales o abducciones extraterrestres, sino de un planteamiento aceptablemente sensato sobre el papel de la ciencia, la naturaleza humana y las repercusiones sociales resultantes en el caso de saberse que en torno a una estrella situada a varios años-luz del Sol, hay un planeta con seres inteligentes que desean comunicarse con nosotros.

El último de los “tres grandes”, Arthur C. Clarke, nos ha dejado un legado no menos interesante: si Asimov podría considerarse “una enciclopedia humana optimista” y Sagan “el científico escéptico“, Clarke es sin duda el “visionario”. Desde niño interesado por la Astronomía y la posibilidad de viajar al espacio, Clarke tiene entre sus méritos el haber concebido el primer sistema de comunicaciones global empleando satélites geostacionarios, bastantes años antes de que se iniciase la “Era Espacial”. Sus obras, la mayor parte de ciencia ficción, suelen contar con una base científica sólida pero plantean preguntas no poco inquietantes en algunos casos: desde los simples viajes espaciales y los problemas que estos nos plantean, hasta la posibilidad de la existencia de civilizaciones tecnológicamente avanzadas cuyas capacidades se encuentren absolutamente fuera de nuestra comprensión, pasando por la existencia de vida en mundos muy diferentes a los nuestros o la evolución de la inteligencia (natural y artificial). Clarke, en muchos casos, llega a ser más escéptico aún que Sagan y en buena parte de su obra, no tan optimista como Asimov. Aunque algunas de sus novelas o relatos son perfectamente olvidables, existen otros que son especialmente relevantes, pues es posible que el mayor de los méritos de Arthur C. Clarke haya sido saber dar cierta seriedad al género de la ciencia-ficción, planteando problemas o situaciones muy realistas y sensatas. La muestra más clara, es obviamente, "2001 Una Odisea Espacial", que probablemente es el libro más representativo -o conocido- del género de la ciencia-ficción, aunque uno de sus relatos cortos (“El Centinela”) y las novelas, “La ciudad y las estrellas”, “El fin de la infancia” y “Cita con Rama” son merecedores de elogios.


¿Hay un "más allá" después de “los tres grandes”?

No cabe duda que las obras y el legado de Asimov, Sagan y Clarke servirán para inspirar a un gran número de personas, del mismo modo que lo hicieron -y lo siguen haciendo hoy en día- los libros de H.G. Wells o Julio Verne. Sin embargo, ¿existen otros autores similares que conecten directamente con el público y cuyas obras científicas -o literarias- sean inspiradoras para las nuevas generaciones?

Este es el núcleo de la pregunta, porque existe la posibilidad de que a pesar de que el avance de la divulgación científica en los últimos años haya sido notable, no haya una verdadera conexión que permita inspirar realmente a quienes hoy podrían ser futuras promesas para la ciencia. Si bien Wells y Verne -en su momento- o Asimov, Sagan y Clarke -más recientemente- han tenido éxito alcanzando al público y animándole a seguir pasos en pro de la investigación científica o del conocimiento, el panorama actual resulta algo extraño…

No es un panorama vacío, sino en apariencia un tanto disperso. Puede decirse que en un contexto internacional la divulgación de la ciencia se encuentra en un buen momento, pues actualmente es fácil adquirir libros sobre diferentes temáticas científicas sin mayor dificultad, principalmente gracias al comercio electrónico (además, Internet ha multiplicado la capacidad para obtener información de un modo que antes era absolutamente imposible). Y en especial, puede decirse que el campo de la astronomía en general se encuentra bastante bien nutrido, pues el número de divulgadores ha crecido en los últimos años y es relativamente fácil encontrar libros sobre temáticas concretas de astrofísica, geología planetaria, astronáutica, observación astronómica, etc. Los libros de que han escrito autores como Paul Davies, Micho Kaku, Kip Thorne o Roger Penrose son trabajos excepcionales, pero… ¿es suficiente esta literatura para alcanzar e inspirar al público? Cierto es que a ellos podemos sumar el excepcional caso de Stephen Hawking, aunque la temática de sus libros -cosmología- suele ser bastante más complicada que el promedio. Aún así, la pregunta sigue en el aire: ¿tienen estos autores el mismo alcance?

No olvidemos que una cosa es que exista disponibilidad de información, pero otra es que la información llegue al público del modo adecuado y que el mensaje de los autores llegue sin problemas a su destino, los lectores, motivándolos a seguir un camino hacia una meta bastante difícil, pero que merecerá la pena alcanzar. El fallecimiento del último de los “tres grandes”, Arthur C. Clarke, hace más notorio ahora un vacío de inspiración que corresponderá llenar a quien quiera -y pueda- recoger el testigo. Es una tarea muy difícil, posiblemente más complicada ahora que hace unas pocas décadas. Sin embargo, llevarla a cabo implicará una demostración propia del éxito de la ciencia.

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GRB excepcional observable a simple vista

Los astrónomos acostumbran a observar objetos francamente asombrosos a través de los telescopios. Sin embargo, nadie esperaba la increíble explosión de rayos gamma detectada por el satélite de la NASA Swift la madrugada del 19 de Marzo a las 2:12 a.m. EDT (horario equivalente al UTC, Tiempo Coordinado Universal, menos 4 horas). Procedente del espacio profundo, la potencia del estallido fue tal que su brillo óptico pudo ser observado a simple vista durante un breve lapso de tiempo. Todo ello aderezado con la increíble certeza de que la explosión tuvo lugar a mitad de camino del Universo visible.


Imagen: brillo remanente del GRB 080319B: el 19 de Marzo de 2008 desde el Observatorio de Las Campanas, el equipo Pi en el cielo realizó 10 exposiciones del campo de visión del satélite Swift desde las 5:49 UT. A las 6:12 UT observaron un flash óptico excepcionalmente brillante que alcanzó una magnitud de 5.8.



Nunca antes ningún objeto conocido ni explosión alguna tan lejana había impresionado directamente el ojo humano sin mediar instrumento óptico. A mitad de camino del Universo visible significa que la luz del evento tardó 7500 millones de años en alcanzar la Tierra, tanto tiempo que la Tierra ni siquiera existía cuando partió.

Imagen: brillo remanente extremadamente luminoso del GRB 080319B fotografiado por el Telescopio de rayos X y el Telescopio Optico/Ultravioleta del Swift (izda. y dcha. repectivamente).












Imagen: brillo óptico del GRB 080319B en el centro de la imagen. Imagen obtenida por el equipo polaco de observación "Pi en el cielo" dedicado a la búsqueda de brillos remanentes y otras fuentes de vida breve.


En una noche sin Luna y desde un lugar alejado de la ciudad y libre de contaminación lumínica, el obeto más lejano que podemos observar a ojo desnudo es la galaxia espiral M33. Esta galaxia se encuentra localizada a una enorme distancia, según los estándares de la Tierra, pero se encuentra ciertamente muy próxima si tomamos en cuenta la escala cósmica de distancias, miles de veces más cercana que la explosión del 19 de Marzo. La luz que emite M33 sólo emplea 2.9 millones de años en su recorrido hacia la Tierra.


Un GRB o explosión de rayos gamma emite gran parte de su energía en este rango del espectro. Los rayos gamma portan mucha más energía que la luz que captan nuestros ojos. La inmensa mayoría de GRBs se originan cuando una gran estrella muere. La explosión canaliza una increíble cantidad de energía a través de dos veloces chorros o jets. Estos jets impactan en las nubes de gas circundantes, que de este modo comienzan a brillar generando el brillo remanente observado por los telescopios espaciales y terrestres, pero nunca con anterioridad a simple vista. La luz remanente de la explosión de rayos gamma del 19 de Marzo alcanzó un brillo tal que durante 30 segundos cualquier persona hubiese podido verlo sin telescopios o binoculares.


Imagen: curva de brillo del GRB 080319B. Representa la evolución de la magnitud del brillo óptico en función del tiempo transcurrido desde la explosión. El brillo alcanzó una magnitud máxima de 5.8, perfectamente visible a simple vista. Gráfico extraído de la web de Pi en el cielo.


Los astrónomos comienzan a realizar los análisis científicos de la explosión, aunque todavía desconocen la causa de tan inusitada potencia, ni porqué el brillo óptico remanente superó con creces el de otros GRBs. Quizá la propia explosión fué más energética que otras, o tal vez la energía se concentró en unos jets muy estrechos que apuntaban directamente hacia la Tierra.


El Swift detecta habitualmente dos explosiones de rayos gamma cada semana. Pero aquel día fue muy especial: el satélite detectó nada menos que cuatro, un auténtico record para un sólo día. Arthur C. Clarke nos dejó ese mismo día. Toda una coincidencia.


Noticia tomada de:

http://www.astroenlazador.com/


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Primera molécula orgánica detectada en un exoplaneta


El Telescopio Espacial Hubble ha detectado por primera vez una molécula orgánica en la atmósfera de un exoplaneta. Se trata de un paso importantísimo en la búsqueda de señales de vida en algún planeta ajeno a nuestro Sistema Solar. La molécula hallada por el Hubble es metano, el cual bajo circunstancias adecuadas puede jugar un papel fundamental en la química prebiótica, reacciones químicas consideradas necesarias para que surja la vida tal como la conocemos en la Tierra.

Noticia tomada de:

Imagen: ilustración artística del planeta extrasolar HD 189733b con su estrella parental surgiendo furtivamente sobre la orilla superior. Los astrónomos detectaron metano y vapor de agua en la atmósfera de este planeta de tipo joviano al observar cómo la luz de la estrella se filtra a través de la atmósfera.

Este valioso descubrimiento demuestra además que el Hubble y otros prometedores observatorios espaciales, como el Telescopio Espacial James Webb (NASA), cuentan con la capacidad necesaria para detectar moléculas orgánicas en planetas que orbitan otras estrellas mediante espectroscopía, método consistente en separar la luz en sus componentes fundamentales para identificar la "firma" de los compuestos químicos.

El hallazgo se produjo tras una serie de extensas observaciones realizadas en Mayo de 2007 a bordo del Hubble con el espectrómetro NICMOS (Near Infrared Camera and Multi-Object Spectrometer) que también confirmaron la existencia de moléculas de agua en esa atmósfera planetaria, descubrimiento ya realizado con anterioridad por el Telescopio Espacial Spitzer, perteneciente también a la NASA. Ahora pues no persiste ninguna duda sobre la presencia de vapor de agua en este lugar.

Imagen: espectro de absorción del metano en el exoplaneta HD 189733b. En el eje horizontal se representa la longitud de onda de la luz estelar y en el eje vertical, el porcentaje de absorción a una longitud de onda determinada. A la derecha líneas de absorción que delatan la presencia de metano.

El planeta denominado 189733b, del que se ha averiguado que contiene metano y agua en su atmósfera, se localiza a 63 años-luz hacia la constelación de Vulpécula. Es tan masivo y caliente que no se considera un buen lugar para la vida, y tan cercano a su estrella parental que completa cada órbita en unos dos días. Este tipo de objetos, a los que se conoce también como Hot Jupiters ("Jupiters calientes") tienen un tamaño similar al del gigante del Sistema Solar pero sus órbitas se aproximan más a la estrella central que el pequeño planeta interior Mercurio del Sistema Solar. La atmósfera de HD 189733b hierve a más de 900ºC, aproximadamente la temperatura de fusión de la plata.

Aunque este planeta no tiene una temperatura adecuada para albergar vida, tal como la conocemos, esta observación pone a prueba con resultados muy positivos la posibilidad de que la espectroscopía finalmente pueda aplicarse en un planeta de tipo terrestre más frío y potencialmente habitable que orbite una estrella enana roja. El objetivo final de estos estudios es identificar moléculas prebióticas en las atmósferas de planetas extrasolares que orbiten en la "zona habitable" del entorno de otras estrellas, donde la temperatura permite la existencia de agua en estado líquido.

Imagen: localización celeste de la estrella HD 189733.

Las observaciones fueron realizadas a medida que el planeta HD 189733b pasaba por delante de la estrella desde nuestro punto de vista, lo que los astrónomos denominan tránsito. Cuando la luz estelar de HD 189733 atraviesa brevemente la atmósfera a lo largo de la orilla del planeta, los gases de esta atmósfera imprimen unas señales características en determinadas longitudes de onda.

Los astrónomos se mostraron muy sorprendidos al encontrar más metano en el planeta que el predicho por los modelos para un "Júpiter caliente", lo que indica lo mucho que queda por conocer aún sobre las atmósferas de los exoplanetas. Todas estas medidas suponen un gran paso hacia el objetivo final de determinar las condiciones, temperatura, presión, vientos nubes... y la química de los planetas donde la vida podría existir. La espectroscopía infrarroja se ha revelado como la llave fundamental para estos estudios porque es el mejor método para detectar moléculas.

Noticia tomada de:

http://www.astroenlazador.com/

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Últimas confesiones de una estrella


Viernes, 14 de marzo

Explorando una brillante burbuja de polvo y gas que oculta en su interior una estrella que se aproxima al cierre de su ciclo vital, el Telescopio Espacial Hubble ha revelado todo un conjunto de intrincadas estructuras nunca observadas con anterioridad.

El objeto, denominado NGC 2371, es una nebulosa planetaria, el luminoso remanente de una estrella que en su día bien pudo parecerse a nuestro Sol. Esta antigua estrella visible hacia el centro de la nebulosa es el abrasador núcleo de la gigante roja anterior, etapa previa por la que atravesó la estrella que ahora se ha desprendido de sus capas externas. La superficie de este núcleo estelar se encuentra a una temperatura de unos 133 000 ºC.

Imagen: nebulosa planetaria NGC 2371, localizada a 4300 años-luz (1350 parsecs) hacia la constelación de Gemini. La imagen mide aproximadamente 1´6 años-luz (0´5 parsecs).

La imagen del Hubble muestra estructuras muy llamativas, destacando en particular unas prominentes nubes rosadas orientadas hacia orillas opuestas de la estrella central. El color rosa indica que son relativamente frías y densas en comparación al resto del gas de la nebulosa.

Resultan muy extraños los pequeños puntos que aparecen en gran número, también en lados diametralmente opuestos de la estrella central. Se trata posiblemente de pequeños grumos de gas denso que expelió la estrella a lo largo de una dirección específica. La dirección de estos jets ha ido cambiando a lo largo del tiempo desde hace unos miles de años. La razón de este comportamiento no es del todo comprendida, pero tal vez esté relacionada con la posible presencia de una segunda estrella que orbita la estrella central visible en la imagen.

Una nebulosa planetaria es una nube de gas en plena expansión expulsada por una estrella que se acerca al final de su existencia. La nebulosa brilla con gran intensidad debido a la radiación ultravioleta que emite el núcleo estelar remanente. Este residuo estelar alcanza temperaturas realmente prodigiosas. La nebulosa planetaria no durará más de unos miles de años, poco a poco se irá disipando a través del espacio; la estrella central se enfriará gradualmente hasta transformarse en una enana blanca, la fase final de la evolución de la gran mayoría de estrellas.

La imagen en falso color del Hubble de la nebulosa planetaria NGC 2371 se obtuvo utilizando cuatro filtros que detectan un rango estrecho de longitudes de onda correspondientes a la luz emitida por elementos químicos específicos: azufre, nitrógeno, hidrógeno y oxígeno. Se ha asignado un color para representar cada imagen monocromática: rojo para el azufre y el nitrógeno, verde para la emisión H alpha del hidrógeno, y azul para el oxígeno. De este modo es posible resaltar al máximo todos los detalles del objeto.


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