Los Objetos Cercanos a la Tierra (NEOs) son asteroides o cometas cuyos caminos los llevan a veces cerca de la órbita de la Tierra. Un NEO podría, por lo tanto, chocar algún día con la tierra – y hay casi 7000 de ellos conocidos, varias veces lo que muchos predijeron.
Los Objetos Cercanos a la Tierra (NEOs) son asteroides cuyas órbitas se acercan a la Tierra. Esta imagen del asteroide Gaspra fue obtenida por la nave Galileo y, aunque no es un NEO, la superficie de Gaspra puede parecerse a la de algunos NEOs. Los NEOs son también destinos potenciales para los astronautas. Astrónomos de SAO anunciaron los primeros resultados del mayor programa en marcha para determinar los tamaños y las características de los NEOs. Crédito: NASA
El impacto de un NEO, incluso de un kilómetro de tamaño, probablemente podría destruir un estado de tamaño medio. El evento de Tunguska que en 1908 arrasó más de 2000 kilómetros cuadrados en Rusia fue, según algunas estimaciones, causado por un asteroide de sólo 60 metros de diámetro. El Congreso ha encargado un objetivo a diez años para la catalogación del 90% del número total de NEOs mayores de 140 metros de diámetro.
Es relativamente fácil detectar un objeto cercano en luz visible observando su movimiento a través del cielo noche tras noche. Medir su tamaño, sin embargo, es mucho más difícil. El problema es que el brillo óptico de un NEO es el resultado de su tamaño y de su reflectividad (“albedo”) – y no es posible determinar el tamaño de un asteroide solo por su su brillo óptico. Hasta la fecha, sólo alrededor del 1,5% de los NEOs tienen medidas de su tamaño, y muchos de éstos son los relativamente grandes. Los astrónomos predicen que hay más de diez veces NEOs con diámetros desde los 100 metros hasta un kilómetro aunque, dado que el daño causado se relaciona aproximadamente con el volumen del asteroide, los de 100 metros son 1000 veces menos destructivos.
Es relativamente fácil detectar un objeto cercano en luz visible observando su movimiento a través del cielo noche tras noche. Medir su tamaño, sin embargo, es mucho más difícil. El problema es que el brillo óptico de un NEO es el resultado de su tamaño y de su reflectividad (“albedo”) – y no es posible determinar el tamaño de un asteroide solo por su su brillo óptico. Hasta la fecha, sólo alrededor del 1,5% de los NEOs tienen medidas de su tamaño, y muchos de éstos son los relativamente grandes. Los astrónomos predicen que hay más de diez veces NEOs con diámetros desde los 100 metros hasta un kilómetro aunque, dado que el daño causado se relaciona aproximadamente con el volumen del asteroide, los de 100 metros son 1000 veces menos destructivos.
Los astrónomos del CfA Joe Hora, Giovanni Fazio, Smith Howard y Tim Spahr reunieron un equipo de dieciséis astrónomos para estudiar los NEOs a longitudes de onda infrarroja, donde los NEOs emiten su propia radiación así como reflejan la luz solar. El brillo infrarrojo, cuando se combina con el valor óptico, permite inferir a los científicos el tamaño y el albedo. Por otra parte, ya que el albedo es una propiedad de las características de la superficie del asteroide (¿sólida?, ¿una pila de escombros?) y de la composición mineralógica, el resultado ayuda a determinar la naturaleza del asteroide, y tal vez dónde se originó en el sistema solar, y cómo ha evolucionado.
Usando el Conjunto de Cámaras Infrarrojas del Telescopio Espacial Spitzer, el equipo ha realizado un programa para caracterizar 700 NEOs, un dramático incremento sobre el número que ahora se conoce. En su primer artículo sobre este proyecto en curso el equipo anunció los resultados iniciales: casi la mitad de los objetos tienen un diámetro inferior a un kilómetro, con el más pequeño de sólo unos 90 metros de ancho.
Informan que hasta el momento los datos sugieren que los NEOs más pequeños no sólo son más abundantes, sino que parecen haber pasado por procesos en el sistema solar que los han hecho ligeramente menos numerosos de lo esperado, a partir de una extrapolación de las estadísticas de los grandes NEOs. No menos importante, los astrónomos deducen de las condiciones de la superficie que estos pequeños asteroides son probablemente jóvenes – tal vez incluso hasta menos de un millón de años. Los resultados representan una espectacular contribución al difícil reto planteado por el Congreso para caracterizar la mayoría de los objetos cercanos a la Tierra potencialmente peligrosos , y mejorar nuestra comprensión de los procesos físicos que han ido conformando el sistema solar desde que se estableció alrededor de hace 5000 millones de años.
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