El caníbal Júpiter se comió a sus primeras lunas


Las cuatro lunas gigantes "Galileanas" que orbitan Júpiter son los últimos supervivientes de al menos cinco generaciones de lunas que una vez orbitaron el gigante gaseoso.

"Todas las otras lunas – y podrían haber sido 20 o más – fueron devoradas por el planeta en los días iniciales del Sistema Solar", dice Robin Canup del Instituto de Investigación del Suroeste en Boulder, Colorado.

Las cuatro lunas Galileanas han desempeñado un papel clave en la historia de la ciencia – su descubrimiento por Galileo hace 400 años proporcionó la prueba irrefutable de que no todos los cuerpos orbitaban la Tierra. Pero hasta recientemente, nadie había sospechado que Júpiter tuvo alguna vez muchas más lunas.





Los astrónomos han tenido consciencia desde hace mucho tiempo de un misterio generado por simulaciones de la forma en que Júpiter y sus lunas de formaron, dice Canup. Estos modelos indican que la masa del disco de escombros alrededor de Júpiter, a partir del que se formaron las lunas, era de varias decenas porcentuales de la masa del planeta gigante. Y aún así, sólo es necesario un 2 por ciento para formar las lunas que vemos hoy.

Ahora Canup y su colega William Ward creen que saben por qué. La masa extra puede explicarse si las otras lunas se formaron mientras el disco de escombros aún estaba presente (www.arxiv.org/abs/0812.4995). “Por tanto, un proceso clave es la interacción entre las lunas que crecen y el disco de material que aún fluye en el Sistema Solar”, dice Canup. Esta interacción habría provocado que las primeras lunas cayeran en espiral hacia Júpiter y finalmente fuesen “comidas”.

Esto explicaría la discrepancia en las simulaciones anteriores, dice Canup: cuando un conjunto de lunas era engullido, inmediatamente se empezaba a formar uno nuevo. “Podría haber habido cinco generaciones de lunas”, comenta. “Las actuales lunas Galileanas se formaron justo cuando el flujo de entrada del material al disco procedente del Sistema Solar quedaba cortado, de tal forma que escapaba al destino de sus desgraciados predecesores”.

De acuerdo con Canup y Ward, en cada generación la masa total de las lunas era la misma, pero el número de lunas podría haber variado. “Creemos que algo similar tuvo lugar alrededor de Saturno, donde la última generación contenía una luna gigante - Titán”, dice Canup.

Esto podría tener implicaciones para el Sistema Solar al completo. Los planetas rocosos pueden necesitan 10 millones de años para agregarse, trozo a trozo. El proceso continúa mucho después de que el disco de escombros alrededor del Sol haya desaparecido, por lo que estos planetas no habrían tenido el riesgo de caer en espiral.

Por el contrario, los núcleos gaseosos de los gigantes de gas como Saturno y Júpiter se condensan a partir del disco de escombros muy rápidamente a través de contracción del gas. Esto significa que habrían tenido tiempo de interactuar con el disco de escombros. John Papaloizou de la Universidad de Cambridge dice que es completamente concebible que el Sol pueda haber tragado numerosos núcleos de gas antes de que surgiera la actual configuración estable del Sistema Solar.

Vía | Ciencia kanija

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Si la entrada te resultó interesante o quieres comentar algo respecto a la noticia, puedes dejar aquí tu comentario

Entradas Relacionadas

 
ir arriba