El sistema solar es "abollado" y no circula como se suponía

Visto desde el resto de la galaxia, el borde de nuestro sistema solar parece ligeramente abollado como si una mano gigantesca lo estuviera empujando hacia el interior, según revelaron sondas espaciales de la NASA.

La información suministrada por las primeras sondas que llegan al espeso borde del sistema solar _llamado heliofunda, donde el viento solar cesa abruptamente_ pinta un cuadro que difiere del círculo simple que habían imaginado los astrónomos, según varios estudios publicados recientemente en la revista Nature.

Los astrónomos, sorprendidos, dijeron que tendrán que cambiar el modelo del sistema solar.

En 1977, la NASA lanzó dos sondas espaciales en misiones más allá del sistema solar. Voyager 1 fue lanzada al norte y Voyager 2 al sur. Lo que asombró a los astrónomos fue que cuando ambas llegaron a la heliofunda lo hicieron a diferentes distancias del Sol.

Voyager 2 llegó al extremo sur del sistema solar casi a 1.610 millones de kilómetros más cerca del Sur de lo que lo hizo Voyager 1 en el norte. Voyager 2 llegó al borde a 12.550 kilómetros del Sol.


Fuente | Quilmespresente


CAMPO MAGNETICO

“Suponíamos que todo era simétrico y sencillo”, dijo Leonard Burlaga, un astrofísico en el Centro Espacial Goddard, de la NASA, en Greenbelt, Maryland. “Parece literalmente como si una mano estuviera empujando”.

Ese empujón proviene del campo magnético existente entre los sistemas estelares en la Vía Láctea. El campo magnético golpea el sistema solar a un ángulo diferente en el sur que en el norte, probablemente debido a la turbulencia interestelar de las explosiones de las estrellas, dijo el científico Ed Stone, del proyecto Voyager.

Ambas sondas viajarán varios años más antes de salir directamente del sistema solar e internarse en el espacio interestelar, dijo Stone, ex director del Laboratorio de Propulsión de la NASA.

EXTRAÑO HALLAZGO

El telescopio espacial Spitzer, de la NASA, halló un extraño anillo de material que gira en torno a los restos magnetizados de una estrella que explotó en pedazos.

A pesar de que los anillos y las esferas de material son comunes en el universo, el extraño anillo que descubrió el Telescopio Espacial Spitzer no se parece a ninguno de ellos.

Según se explicó desde la NASA, “el ‘cadáver’ estelar, llamado SGR 1900+14, pertenece a una clase de objetos conocidos como magnetares o magnetoestrellas. Estos objetos son los núcleos de estrellas masivas que explotaron en forma de supernova pero, a diferencia de la mayoría de otras estrellas muertas, éstas poseen un campo magnético extremadamente fuerte”.

“El anillo fue encontrado por casualidad. Estaba revisando datos de archivo de Spitzer y así me di cuenta de que SGR 1900+14 estaba rodeada por un anillo que no habíamos visto antes”, dijo Stefanie Wachter, del Centro de Ciencia del Telescopio Spitzer, de la NASA, en el Instituto Tecnológico de California. “¡El universo es un lugar muy grande y cosas raras pueden suceder!”.

Wachter y sus colegas piensan que el anillo, “el cual no se parece a nada que se haya visto antes, se formó en 1998 cuando la crujiente superficie de hierro de la magnetoestrella se rompió y provocó una enorme erupción. La explosión fue tan poderosa que incluso ionizó las capas superiores de la atmósfera de la Tierra y sobrecargó los instrumentos de varias naves de la NASA”.

Los investigadores creen que la magnetoestrella “estaba rodeada de una nube de polvo y la explosión excavó en ella dejando un anillo de polvo en las partes exteriores. El anillo tiene forma ovalada, con dimensiones de aproximadamente siete por tres años luz. Aparenta ser plano, o bidimensional, pero los datos no descartan la posibilidad de la presencia de un cascarón tridimensional más complejo”.

“Es como si la magnetoestrella se hubiera convertido en una enorme antorcha ardiente que destruyó el polvo a su alrededor, creando de ese modo una gran cavidad”, dijo la co-investigadora del proyecto, Chryssa Kouveliotou, del Centro Marshall para Vuelos Espaciales, de la NASA. “Las estrellas cercanas iluminan el anillo de tal forma que Spitzer lo puede ver; un anillo de fuego que marcará a la magnetoestrella para toda la eternidad”.

Un vocero del organismo espacial estadounidense explicó que “los anillos y las esferas son comunes en el universo. Por ejemplo, las estrellas masivas jóvenes usan su viento estelar para crear burbujas en el espacio, moldeando a las nubes de polvo hasta convertirlas en figuras esféricas. Después, cuando esas estrellas mueren, en forma de explosión de supernova, sus restos son expulsados y forman bellas estructuras esféricas, llamadas remanentes de supernova. Los anillos también se pueden formar alrededor de estrellas que han explotado y cuyas capas de material en expansión chocan contra nubes de polvo preexistentes, provocando que el polvo brille, como en el caso de la remanente de la supernova 1987A”.

“Pero el anillo alrededor de la magnetoestrella SGR 1900+14 -se añadió- no encaja en ninguna de estas categorías. En primer lugar, los remanentes de supernova y el anillo alrededor de 1987A emiten rayos X y ondas de radio. El anillo alrededor de SGR 1900+14 no lo hace; solamente brilla a ciertas longitudes de onda en el infrarrojo que el Spitzer puede ver”.

También se apuntó que “al principio, los astrónomos pensaron que el anillo alrededor de SGR 1900+14 se trataba de un eco infrarrojo. Esto ocurre cuando un objeto lanza una onda explosiva, la cual calienta el polvo y lo hace brillar con luz infrarroja. Pero cuando volvieron a observar a SGR 1900+14 posteriormente, el anillo no se había movido hacia afuera, como lo hubiera hecho un eco infrarrojo”.

“Un análisis más profundo reveló que el anillo es muy probablemente una cavidad esculpida en una nube de polvo (un fenómeno que debe de ser bastante raro en el universo ya que no se lo había observado con anterioridad). Este descubrimiento podría ayudar a los científicos a entender si la masa de las estrellas influye sobre el hecho de que se conviertan en magnetoestrellas al morir”, se agregó.

“SGR 1900+14 está interactuando con su entorno, causando un gran impacto sobre la región que la vio nacer”, sostuvo el astrónomo y colaborador del proyecto Enrico Ramirez-Ruiz, de la Universidad de California, en Santa Cruz. “Esta ‘estrella muerta’ sigue viva en muchos sentidos”.


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